Mamá, no me ralles

Para mí, el aprendizaje académico está sobre valorado, y más que aprender conceptos, es vital aprender a ser, a agradecer, a sentir, aprender a ser optimistas para ser felices de verdad. He dicho de verdad.

Os propongo hacer un ejercicio:

Me podrías decir una ocasión, una sola, dónde para solucionar un conflicto de vida, (y pongo varios ejemplos;

Para solucionar, y/o superar: un enfado con un hijo o hija, un malentendido con un amigo o amiga, una conversación difícil con alguna persona de tu entorno, el día que necesitaste pedir disculpas, alguna ocasión dónde a sabiendas que te habías equivocado no hiciste nada, algún problema de celos con una persona cercana, un día triste por algo, un recuerdo de algún familiar fallecido, un mal día de esos que prefieres quedarte en casa, el día que miras a tu alrededor y te das cuenta que no estás dónde quieres estar, una tarde visitando a alguien en el hospital, una mañana yendo al tanatorio, un sábado en una boda de unos amigos, un cumpleaños, una bronca en un partido de fútbol…y un etcétera de situaciones del día a día de la Vida…)

En qué ocasión de las mencionadas en los ejemplos, han necesitado tener nociones de: matemáticas, lengua y literatura castellana, historia contemporánea, historia del arte, inglés, sociales, física, química, lengua y literatura catalana, filosofía, economía, geografía, etc., etc.????

Ya respondo yo misma: en ninguna ocasión. Punto.

Lo que sí hemos necesitado, y vamos a seguir necesitando las personas (y más vale que los niños del mañana aprendan) es a:
Agradecer las cosas que tenemos y las que nos han dado. Pedir disculpas cuando nos equivocamos. Decir Te quiero mirándonos a los ojos cada día a las personas que más cerca tenemos, de padres a hijos, de hombre a mujer, de hijos a padres, de amiga a amiga. Aprender a desaprender. Poner en duda lo que pienso, y lo que hago des de que nací. Aprender a escuchar. Preguntarse porque tengo resistencias a sentir y a decir lo bello y bueno de la vida. Perdonarse a uno mismo. Mirar con buenos ojos a las personas de nuestro entorno. Mirarnos con buenos ojos a nosotros mismos por supuesto. Dejar la mediocridad de juzgar todo y, a todos. Sonreír y alegrarnos por los éxitos ajenos. Aceptar lo que es. Dejar de controlar todo y a todo nuestro entorno. Vivir y dejar vivir.

Para ello no se necesitan saber contenidos escolares y/o universitarios…
Para rizar el rizo, podría deciros que sí, se necesitan fórmulas para aprender a ser y, a sentir, y no son matemáticas. Sí, se necesita saber analizar una frase, pero para ponerle consciencia a los pensamientos, ya que estos tienen poder y crean nuestro futuro. Sí, se necesita combinar bien los elementos, pero no de la tabla periódica, si no, los personales, saber qué valores tengo, qué creencias me limitan y cuáles son mis objetivos en la vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *