-“Mi hijo dice que estudia mucho, que ya se lo sabe pero no saca buenas notas…”
-“Mi hijo tiene TDHA y dislexia, pero yo sé que si quiere puede, lo que pasa es que le cuesta mucho y se despista”.
-“Se pasa horas en la habitación estudiando, pero siempre que entro a verle está con el móvil tiqui-tiqui-ti.”
-“Dice que le ha ido bien el trimestre, pero cuando trae las notas lleva 5 suspendidas.”
–“Se distrae muy fácilmente.”
-“Está siempre tiqui-tiqui con el móvil y no escucha ni hace nada en casa.”
-“No ordena nunca su habitación y estamos hartos de decirle que es un desordenado.”
-“Lo deja todo para el último momento.”
-“Le castigo sin móvil a ver si así se pone las pilas.”
-“Está castigado dos semanas hasta que veamos que se lo toma en serio.” ETC.
Vamos a ver…
No conozco a nadie que se motive más cuando le castigan, y ¿ustedes?…Vamos a cambiar de estrategia! Si lo que queremos es que el niño, niña o joven adolescente haga algo, hay que mostrarle el camino, no castigarle dejándolo sin móvil, o sin salir! ¿Se imaginan al director comercial de IKEA castigando a los empleados porque no venden suficiente? Y ahora, ¿Se imaginan al mismo jefe requisando los móviles de su equipo como castigo? ¿De verdad creen que así venderán más? Yo no.
No se trata de sacar buenas notas o malas notas, se trata de que aprendan a esforzarse, que conecten con la voluntad del esfuerzo, porque es lo que van a necesitar una vez salgan al exterior. Para ello es necesario que crean que vale la pena esforzarse. Tienen que tener una motivación y es necesario que Papá y Mamá crean en él/ella y que puede.
Tomarnos las cosas con calma. Tener mucha paciencia porque cada uno tiene su ritmo de evolución y de integrar hábitos y diferentes maneras de hacer. Es necesario que respetemos sin juzgar, y mucho menos comparar. Una cosa es decir: eres un desordenado, o eres un vago (esto atenta directamente contra la autoestima y la autoimagen de la persona.). Tenemos que decir, con calma y serenidad aquello que observamos, ni más, ni menos; “tienes la habitación muy desordenada”, o “veo que llevas una hora jugando a la Play”…
Vale mucho la pena evaluar las situaciones, y saber qué ha pasado, sin atacar, sólo recoger información sin juzgar. Es bueno pensar estrategias, porque repetir el mismo castigo 10 veces no cambiará la situación, ni trasformará la conducta. Propongo crear complicidad entre padres e hijos, crear acuerdos, negociar, colaborar, hacer un pacto juntos. Y sobretodo y por favor! salir del drama como si fuera una cuestión de vida o muerte. Ya sabéis que si a un niño, niña, o joven adolescente le planteamos las cosas atacando, obligando en terreno de batalla, este niño, niña o joven adolescente se enfadará el doble y va a demostrar que él o ella puede más que nosotros. Y entrar en guerra no es sano para nadie. Vamos a ser prácticos.
Para crear un nuevo hábito hace falta voluntad, motivación y compromiso con uno mismo para empezar la tarea, y después es básico perseverar día a día hasta que se afiance el nuevo hábito como rutina. Recordad que los hijos copian el ejemplo, no las palabras y los discursitos repetitivos que les hacemos. ¿Haces o harías lo que le pides a tu hijo/hija?…
Es urgente y vital que los niños, niñas y jóvenes adolescentes sientan que se les respeta y valora por ser quien son, no por sus resultados en las notas. Urgente y vital. Por favor. Así como también se sepan y sientan amados.
Importante dentro de la familia marcar una guía de convivencia, lo que se puede hacer y lo que no. Lo que es correcto y lo que no. Con autoridad, con respeto y con firmeza. Y todo bajo el paraguas del amor y del cariño. Es necesario que se sientan comprendidos.
En educación emocional no hay manuales ni es una ciencia exacta, lo importante es el contacto de persona a persona, de corazón a corazón. Mirarle y verle. Escuchar lo que dice y lo que no dice. Abrir el corazón y hablarle con amor para poder llegar a tener una relación agradable y amorosa dónde se puede hablar de todo con respeto.
Benamunt Coaching Escolar.
Carmina Puig Nicolas.